Los Azulejos del Altozano

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A pesar de que cada vez se ven menos, en un tiempo atrás, los azulejos eran elementos de reconocimiento para personas, sitios importantes o imágenes sagradas.

En esta ocasión, me refiero a los azulejos de la fachada de la Capilla de San Francisco en el Altozano. Dichos retablos cerámicos, flanquean a cada lado la puerta de la Capilla y es como una ventana a lo que encontraremos en el interior. En siglos atrás, los azulejos de imágenes sagradas, servían para que la imagen estuviera presente cuando la iglesia estaba cerrada al público. De esta manera, el devoto siempre tendría presente la imagen de su devoción, en un tiempo en el que no era tan común tener estampitas o fotos de dichas imágenes sagradas. Por lo tanto, el azulejo era otra forma de representar a Dios y a su bendita Madre en las calles de un pueblo.

Pocos son los que se habrán fijado en los detalles que guardan estas imágenes en la puerta de San Francisco. En ambos azulejos existen incógnitas que, a día de hoy requieren una explicación para comprender mejor la representación del mismo.

Por un lado, tenemos el azulejo de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, obra del célebre taller cerámico “Viuda de José Mensaque y Vera”. En el centro del mismo se ubica la imagen del Señor con un elemento que actualmente ha desaparecido. Me refiero al “faldín” a modo de sudario que llevan la imagen del Señor. Este elemento, era bastante común en las imágenes de Cristo que se representaban semidesnudos. Era una forma de dignificar la representación y elevarla a una categoría de honor. En este caso era un elemento que realmente existió y que la imagen del Señor atado a la columna usaba en la época en la que se realizó el azulejo. ¿Cuándo se colocaron ahí? Esta pregunta siempre ha existido, pero para responderla debemos observar el retablo cerámico y fijarnos bien en sus detalles. La fecha de la realización aparece debajo de la nomenclatura del azulejo, que en este caso es de 1924.
El faldín, era bastante común en las imágenes de Cristo que se representaban semidesnudos. Era una forma de dignificar la representación y elevarla a una categoría de honor.

Por otro lado, obra del taller cerámico de Pedro Navia tenemos el retablo cerámico de Nuestra Señora de los Dolores que, a simple vista, nos parece ciertamente diferente en su semblante a la actual imagen. Para esta apreciación personal existe una explicación histórica.

La imagen parece diferente, ya que su semblante fue modificado por el laureado sevillano, Antonio Castillo Lastrucci en los años 20. Posteriormente, la imagen de la dolorosa fue modificada por Sebastián Santos en los años 50, llegando hasta nuestros días la imagen de la excelsa Virgen de los Dolores. Por este motivo, la imagen que aparece en el azulejo es parecida a la actual imagen, pero no igual. Por lo tanto, la cara de la imagen del azulejo es la Virgen que Castillo Lastrucci hizo para la Hermandad, a pesar de que dicho azulejo fue colocado en 1962, cuando ya había sido intervenida por Sebastián Santos.

Componiendo ambos azulejos tenemos una disposición clásica del retablo, con un frontón sostenido por dos columnas de orden clásico con algunos elementos decorativos con hojas de acanto. 

La imagen de Nuestra Señora, al igual que la del Señor, se ubican sobre un arco de medio punto. Sobre ambas imágenes, dos querubines traen en sus manos el escudo de la Hermandad que reside en la capilla. Finalmente coronan las cerámicas dos tejados al uso para resguardar de la lluvia los azulejos y se iluminan con dos faroles de pared con luz eléctrica. 

El azulejo de la Virgen representa la que Castillo Lastrucci aunque éste, fue colocado en 1962, cuando ya había sido intervenida por Sebastián Santos.
En conclusión, ambos retablos cerámicos son representaciones de Cristo y su bendita madre, que sirven de imagen cuando la capilla permanece cerrada y que, son muestras de realidades pasadas de la historia de la hermandad que, al ser representadas, permanecen imborrables como testimonio de épocas pasadas.


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